El Perfeccionismo está presente en ámbitos tan diversos como la educación, el deporte, la salud y el trabajo, siendo numerosos los estudios que hablan sobre su impacto en el rendimiento académico, deportivo y laboral, su relación con la autoestima, el estrés o la depresión y cómo no, su presencia en personas con Altas Capacidades.

 

Pero, ¿QUÉ ES EL PERFECCIONISMO?

 

El perfeccionismo, al igual que la inteligencia, el talento o la autoestima es «un constructo psicológico«, es decir, un «concepto» objeto de estudio de la Psicología que no se puede observar de manera directa pero del que se pueden extraer conclusiones que pueden ayudar a evaluar tanto la mente, como la conducta de los individuos (Cárdenas, 2013).

 

En general se estudia como un aspecto más de la personalidad de los individuos pero éste, desde hace varios años, ha ido cobrando gran importancia, sobre todo debido a su relación con otros problemas psicológicos y a su impacto en las relaciones sociales.

 

ANTECEDENTES

 

En 1984 el prestigioso psicólogo Asher R. Pacht (1922-2017) pronunció un discurso ante la APA que tituló «Rechazos sobre la perfección», en el que definía su búsqueda como un objetivo indeseable que hacía débiles a las personas, ya que bajo su punto de vista el valor del ser humano residía precisamente en todo lo contrario, esto es, en sus imperfecciones.

 

Esta visión no era compartida por el Dr. Donald E. Hamacheck, gran representante de la psicología humanista, que en 1978 escribiría sobre el perfeccionismo normal y el neurótico, mostrando al menos la posibilidad de la existencia de un perfeccionismo dual, es decir, uno positivo y otro negativo.

 

En la actualidad se podría decir que es una conducta caracterizada por la búsqueda de la perfección y la excelencia, la autoexigencia y cierta intolerancia a los errores o al fracaso (Alonso, 2019), pero no nociva per se.

 

De forma poco ortodoxa,

 

El perfeccionismo es una conducta que consiste básicamente en hacer (o tratar de hacer) las cosas «muy bien» bajo el punto de vista de uno mismo, y en hacerlas (o querer hacerlas) «demasiado bien» bajo el punto de vista de los demás, lo que, en función de la personalidad de cada uno y de los resultados que se obtengan, podrá influir de una manera u otra, tanto en la persona como en su entorno.

 

Sin embargo, esta idea de «bien» no deja de ser algo subjetivo, y lo que para unos es perfecto para otros puede no serlo, así que ¿cómo evaluarlo?.

 

EVALUACIÓN

 

Evaluar el perfeccionismo no es una tarea fácil, aunque con frecuencia es algo que se hace a la ligera, sobre todo desde que surgieron los test psicológicos que hicieron de los «cuestionarios de personalidad» el santo grial de múltiples revistas y organizaciones. El problema es que muchos de estos test lo tratan como si fuera un defecto que hay que pulir y no como una conducta que puede ser ejemplar o no.

 

De hecho, basta con realizar una minima búsqueda en internet para comprobar que los más de tres millones de entradas que se obtienen, hablan más de los inconvenientes que tiene para una persona ser perfeccionista que de lo contrario. Y ésta como poco, es una visión bastante reduccionista, ya que en la actualidad la mayoría de profesionales de la psicología coinciden en que el estudio del perfeccionismo debe llevarse a cabo desde un punto de vista multidimensional.

 

Estas dimensiones, en psicología, son las variables o los diferentes puntos de vista que tienen en cuenta los psicólogos e investigadores para evaluar el desarrollo humano y por ende, la magnitud de éste u otros constructos psicológicos. Según Martínez (2009), son las características físicas, sociales, cognitivas, emocionales, comunicativas, espirituales, estéticas y éticas que rodean a un concepto psicológico, de modo que encontrar una única definición para el perfeccionismo es algo prácticamente imposible, dado que cada cual lo evalúa desde un enfoque diferente y además lo hace en una época y bajo una cultura distinta.

 

En cualquier caso, en algo en lo que sí suele haber consenso es en la forma de medirlo, que se lleva a cabo a través de determinados cuestionarios que contienen una serie de afirmaciones o ítems con varias alternativas de respuesta del tipo Totalmente en desacuerdoEn desacuerdoDe acuerdo… y que una vez analizados permiten extraer una serie de conclusiones.

 

Estos cuestionarios no son los que pululan por la red, tan accesibles y moldeables como uno quiera, sino que han sido validados de manera científica gracias a la Psicometría, una rama de la Psicología que se ocupa de las mediciones de variables psicológicas (Abad et al., 2011) y que comenzó a cobrar importancia gracias a la publicación en 1905 de la famosa Escala Métrica de la Inteligencia de Binet y Simon (Fernández, 2007).

 

LAS DIFERENTES ESCALAS DE EVALUACIÓN DEL PERFECCIONISMO

 

Para evaluar el perfeccionismo podemos destacar la utilización de las siguientes escalas,

 

Sin embargo, es preciso tener en cuenta que estos cuestionarios son del tipo «autoinforme», es decir, que es la propia persona quien los cumplimenta, por lo que como tal se corre el riesgo de que ésta no muestre el debido interés al realizarlos, que no sea objetiva, o incluso que se produzca un sesgo de deseabilidad social (esto de poner lo que uno cree que le piden para quedar bien).

 

La Escala Multidimensional de Perfeccionismo de Frost et al.,(1990) o FMPS

 

Tal y como apunta Carrasco et alt. (2009), la FMPS es un cuestionario de 35 afirmaciones del tipo Mis padres me fijaron metas muy altasLa organización es muy importante para miSi no me fijo metas muy altas probablemente acabaré siendo una persona de segunda categoríaCuantos menos errores cometa más personas me querrán, Odio no ser el mejor o la mejor en todo, etc.. y su objetivo es medir el perfeccionismo a través de las siguientes subescalas:

    • Exigencias personales
    • Preocupación por los errores
    • Dudas sobre las acciones
    • Expectativas paternas
    • Críticas paternas
    • Organización

 

Las exigencias personales evalúan la tendencia a ser muy exigente con uno mismo, a marcarse metas u objetivos muy altos y a dar mucho valor a su cumplimiento. Este alto nivel de exigencia no tiene por qué afectar de forma negativa a la persona, de hecho, se asocia a la búsqueda de logros positivos.

La preocupación por los errores se relaciona con la intolerancia al fracaso, con la frustración que se siente cuando no se logran alcanzar los objetivos que uno u otros han marcado; es el no querer fallar ni a uno mismo, ni a los demás. Esta subescala «avisa» de la existencia de una posible psicopatología, ya que el problema no está en ser o no autoexigente, sino en el cómo se afronta cuando no se llega a donde se quiere llegar, o como se quiere llegar.

Las dudas sobre las acciones ponen en el punto de mira en si uno está seguro de lo que hace y de cómo lo hace, es decir, en la toma de decisiones. Se resumiría en el estudio del nivel de indecisión.

Las expectativas paternas analizan la percepción que tiene la propia persona sobre su vida y personalidad, en comparación a lo que sus padres quieren que ésta sea o tenga; en cómo se debe ser para ellos.

Por otra parte las críticas paternas miden la distancia entre lo que se piensa que quieren los padres y lo que se logra ser, a través de sus críticas.

La organización por último, habla de la necesidad de tener todo ordenado y controlado, aunque también se amplia a hacer las cosas de una determinada manera. Lejos de lo que se pueda pensar en  un primer momento, el exceso de celo o de control no siempre es una conducta a corregir, de hecho es  se asocia con unos buenos hábitos de trabajo.

Cabe decir que esta escala nació de la intención, por parte de sus autores, de evaluar el Perfeccionismo como un factor de riesgo para el desarrollo de psicopatologías como el Trastorno de la Personalidad Obsesivo Compulsiva (DSM V), por lo que su uso es más habitual en clínica.

 

La Escala Multidimensional de Perfeccionismo o HMPS (Hewitt & Flett, 1991). 

 

La HMPS es un cuestionario de 45 ítems del tipo Siempre me exijo a mí mismo la perfección, No consigo relajarme si no está todo perfecto, La gente espera de mí más de lo que puedo dar o No tengo grandes expectativas sobre los que me rodean, que miden tres tipos de perfeccionismo cuya diferencia no radica en el patrón de conducta de la persona, sino en el objetivo de la misma,

  • El Perfeccionismo Auto-Orientado
  • El perfeccionismo Orientado a otros
  • El Socialmente Prescrito

 

En la dimensión intrapersonal, el perfeccionismo auto-orientado, la persona busca un ideal de perfección que se ha creado ella misma, lo que comúnmente entendemos como «querer ser perfecto», y en casos extremos es obvio que supone un problema, ya que no se trata tanto de ser mejor sino de imponerse unos objetivos a menudo poco realistas y autocriticarse por no alcanzarlos.

El perfeccionismo orientado a otros es el que exige a los demás este nivel de perfección que el auto-orientado dirige hacia sí mismo. Sería una dimensión interpersonal que afecta más a quienes se relacionan con el perfeccionista, ya que éste puede recurrir al cinismo y la crítica excesiva si no cumplen sus expectativas. En ámbitos laborales y académicos es el que más impacto tiene en las relaciones con los compañeros, ya que éstos pueden acabar hartos de sus exigencias. ¿Quién no ha tenido alguna vez un jefe así?

Por último, en el perfeccionismo socialmente prescrito se tiene la idea de que sólo se obtendrá un valor social si se es perfecto, de hecho, la mayoría de los trastornos de alimentación tienen una relación muy importante con esta dimensión, donde la idea no es ser perfecto, sino serlo en base a los cánones que marca la sociedad. Obviamente no es una mera cuestión de falta de autoestima, ya que se busca una aceptación social que con frecuencia es una falacia. Cosa seria hoy en día.

 

La Escala Casi Perfecta Revisada o APS-R (Slaney et al., 2001)

 

La APS-R presenta 23 preguntas del tipo Tengo altos estándares de desempeño, tanto en el trabajo como en los estudios; Dar lo mejor de mí nunca parece suficiente, Si uno no espera mucho de sí mismo nunca triunfará, A menudo siento decepción después de completar una tarea porque sé que la podría haber hecho mejor, etc., que tratan de responder a las siguientes dimensiones,

  • Altos Estándares
  • Orden
  • Percepción de la discrepancia

 

Los altos estándares no dejan lugar a dudas, ya que una vez más se trata de evaluar si la persona se está fijando metas muy altas y las expectativas que tiene de llegar a cumplirlas; el orden está relacionado con la organización y la pulcritud, similar a la dimensión de organización de la FMPS, y la percepción de la discrepancia trata de medir la diferencia entre lo que la persona cree que logra y lo que le gustaría lograr, o lo que es lo mismo, en qué medida ésta considera que cumple o no sus propios objetivos.

Esta escala no es tan tradicional como las anteriores, ya que trata de discernir entre un perfeccionismo adaptativo y otro desadaptivo, siendo frecuente en ambos casos las obtención de puntuaciones elevadas en altos estándares y orden, por lo que es la medida de la discrepancia la que inclina la balanza hacia un tipo u otro de perfeccionismo.

 

EL PERFECCIONISMO ADAPTATIVO Y DESADAPTATIVO

 

El perfeccionismo puede ser adaptativo o desadaptativo, sano o insano, positivo o negativo… una visión dual que puede mostrar una fuente inagotable de sufrimiento o un acicate que lleve a la persona a superar sus propios límites.

Las dos caras de una moneda.

El perfeccionismo desadaptativo se relaciona con frecuencia con enfermedades como la depresión, el TOC y los trastornos de ansiedad y de alimentación, mostrando a individuos excesivamente vulnerables hacia las críticas, que temen el fracaso y a veces no logran nada de tanto que se exigen a sí mismos. Se correlaciona signiticativamente con el rendimiento y la evitación de la tarea (Sastre-Riba, 2012), ya que puede llevar al individuo a una postura de inacción que implique todo lo contrario de lo que éste pretende.

Pero el marcarse objetivos muy altos no siempre fáciles de cumplir no tiene por qué suponer un problema si se es consciente de hasta dónde se puede llegar, si se tiene la capacidad de ser flexible con dichos objetivos y más importante aún, si se asumen los fracasos y se reconocen los éxitos. En este caso estaríamos ante un perfeccionismo adaptativo propio de personas cuyos pensamientos y conductas se dirigen hacia la excelencia y la responsabilidad, y cuya actitud perseverante le permite a su vez aceptar la derrota cuando es preciso.

 

REFLEXIÓN FINAL

 

Evaluar el perfeccionismo no es algo que pueda hacerse de forma superficial ni respondiendo tan sólo a algunos cuestionarios de personalidad que se encuentren por la red. Ahora bien, preguntarse por cómo somos e interesarse en conocer a los demás, siempre es un paso hacia adelante.

Por otra parte, uno puede tener una conducta perfeccionista en un ámbito -por ejemplo el laboral- y no tenerla en otro, por lo que de existir un problema, sería conveniente preguntarse si existen también otros motivos que puedan avalar dicha conducta en ese entorno.

El uso de las etiquetas, ese camino rápido que utilizamos para identificar a las personas, nos puede producir cierta ceguera, ya que podemos dejar de ver a la persona como un todo para verla únicamente bajo el prisma de su etiqueta.

En último lugar: «Ser perfeccionista» no siempre es algo negativo, pero puede serlo. No implica que se sea en todo, pero puede pasar. Ni que sólo se sea eso, pero a veces sí. Y en caso de que esta conducta suponga un problema para alguien, lo suyo es preguntarse por qué y enfrentarse a ello.

El Por qué es justo donde empieza todo…

 

REFERENCIAS

 

  • Abad, F. J., Olea, J., Ponsoda, V. y García, C. (2011). Medición en ciencias sociales y de la salud. Síntesis.
  • Cárdenas, S. F. S. (2013). Los constructos en las investigaciones pedagógicas: cuantificación y tratamiento estadístico. Atenas3(23), 84-101.
  • Carrasco, Á., Belloch, A., & Perpiñá, C. (2009). La evaluación del perfeccionismo: utilidad de la Escala Multidimensional de Perfeccionismo en población española. Análisis y modificación de Conducta35(152).
  • Fernández, J. Q. El estudio científico de la inteligencia “en la encrucijada”. Binet y la creación de la “Escala métrica de la inteligencia”. BSEHP11, 2.
  • Frost, R.O., Marten, P., Lahart, C. et al. The dimensions of perfectionism. Cogn Ther Res 14, 449–468 (1990). https://doi.org/10.1007/BF01172967
  • Hamachek, D. E. (1978). Psychodynamics of normal and neurotic perfectionism. Psychology: A Journal of Human Behavior, 15(1), 27-33. Retrieved from http://www.espaciotv.es:2048/referer/secretcode/scholarly-journals/psychodynamics-normal-neurotic-perfectionism/docview/616292295/se-2
  • Home – APSRevised. (n.d.). https://www.kennethwang.com/apsr/index.html
  • Martínez Miguélez, M. (2009). Dimensiones basicas de un desarrollo humano integral. Polis. Revista Latinoamericana , (23).
  • Sastre-Riba, S. (2012). Alta capacidad intelectual: perfeccionismo y regulación metacognitiva. Rev Neurol54(Supl 1), S21-9.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

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  • Amores Hernández, A. (2017). Perfeccionismo, miedo al fracaso y síntomas depresivos.
  • Başaran, S. K. (2022). Perfectionism: Its structure, transdiagnostic nature, and cognitive behavioral therapy. [Mükemmeliyetçilik: Yapısı, Tanılar üstü Doǧası ve Bilişsel Davranışçı Terapisi] Psikiyatride Guncel Yaklasimlar, 14(4), 518-525. doi:https://doi.org/10.18863/pgy.1096518
  • De Rosa, L. (2012). Factores mantenedores del perfeccionismo desadaptativo o clínico. In IV Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XIX Jornadas de Investigación VIII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología-Universidad de Buenos Aires.
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  • Ruiz, AG y Chico, DP (2014). Perfeccionismo. Una propuesta contemporánea. En Perfeccionismo: entre la ética política y la autonomía personal (págs. 9-20).
  • Vicent, M., Inglés, C. J., Sanmartín, R., Gonzálvez, C., Aparicio-Flores, M. P., & García-Fernández, J. M. (2019). Aclarando las dos facetas del perfeccionismo auto-orientado: las influencias sobre el afecto y los rasgos de la personalidad del Big Five en niños. Anales de Psicología35(2), 280-289.